jueves, 24 de mayo de 2012

¿LOS IDEALES DE UNA PERSONA SON REALMENTE ELEGIDOS POR ESA PERSONA O IMPUESTOS POR OTRAS QUE LE RODEAN?


Cuando tuvimos que dar un paseo por clase mirando las preguntas que otros compañeros se habían planteado, me sentí atraída por esta pregunta de María.
Me gustó porque es una cuestión que a veces yo también me he planteado preguntas similares. Ocasiones en las que tenemos que tomar una decisión o elegir entre varias opciones y no sabemos si optar por aquello que realmente queremos o por lo que los demás querrán o verán mejor. Por tanto, me pregunto ¿realmente hago, digo, pienso lo que quiero o lo que los demás quieren que haga?

En cuanto a la estructura de la pregunta, cuando la vi me sonó extraña la palabra ideales, pero yo lo entiendo como decisiones, ideas, opiniones, etc.
Por otra parte dice por otras personas que le rodean, que pienso que evidentemente, lo lógico es que si alguien se deja influenciar o piensa como otro sea por alguien con el que tenga trato o confianza, es decir, por personas de su entorno. Por tanto, creo que la pregunta está clara y se entiende a lo que se refiere.

La tesis que voy a defender es que los ideales de una persona están notablemente influenciados o impuestos por otras personas que le rodean, ya sean amigos, familiares, compañeros, profesores, etc. A continuación voy a explicar los motivos por los cuáles defiendo esta tesis:

En primer lugar, pienso que el ser humano es como una esponja. Todo lo que vemos, oímos, sentimos deja una huella en nosotros, que, con el tiempo, puede borrarse, permanecer durante un tiempo o incluso, permanecer para siempre. Es decir, que todo nos influye o afecta para bien o para mal, por eso digo, que somos como esponjas que vamos absorbiendo opiniones, ideas, gustos…de otras personas, que evidentemente se trata de personas con las que nos relacionamos, hablamos, etc. Por ejemplo, alguien al que no le guste beber puede que salga de fiesta con sus amigos que lo animen a hacerlo y terminar gustándole, o una chica a la que no le guste ponerse falda y que vea que el resto de sus amigas si que llevan puede que algún día lo haga ella también y quizás luego le encanten. Con estos últimos ejemplos he querido explicar, que hay ideas, pensamientos, gustos que son de forma indirecta impuestos por nuestro entorno.

En segundo lugar, creo que los ideales de una persona en parte son elegidos por otras personas de forma indirecta como consecuencia de que vivimos en sociedad. Al vivir en sociedad unos nos influenciamos en otros y los otros de los unos irremediablemente y sin darnos cuenta. Por el contrario si viviésemos aislados no tendríamos de quién influenciarnos o no habría nadie que pudiese influir en nosotros aunque sea de modo indirecto. Por tanto, creo que vivir en sociedad es una de las grandes razones por las que nuestros ideales, son también, los ideales de otras personas. Por ejemplo, ¿por qué vamos vestidos? Porque los demás también lo van, entonces, ¿si los demás fuesen desnudos nosotros también lo iríamos? Pienso que sí, porque hacemos lo que vemos, oímos o piensa nuestro entorno, nuestra sociedad.

Habrá quien piense que los ideales de una persona no guardan relación con los de otras o no son los mismos que los de otras. Para ello, postulo que realmente si está influido por la sociedad, por el entorno en el que vivimos, pienso que desde que nacemos se nos va imponiendo unas ideas, unos pensamientos sin darnos cuenta, y creo que un buen ejemplo son las modas, cuando se llevaban los pantalones acampanados casi todos los llevábamos, ahora se llevan los pitillo y también los llevamos la mayoría. ¿Si no influyese las ideas o pensamientos de alguien en los demás, por qué vestimos todos más o menos iguales? o, ¿por qué los árabes tienen como costumbre rezar cinco veces al día en dirección a La Meca, por gusto o por qué lo han visto o aprendido de otras personas, de sus padres por ejemplo?

En conclusión, creo que nuestros pensamientos, ideas, gustos, etc están muy condicionados por los de los demás, porque todo queramos o no lo percibimos e irremediablemente nos influye, no podemos decir no esto no lo quiero oír o no esto no lo quiero ver, además, vivimos en sociedad y es inevitable que unos nos contagiemos de otros y los otros de los unos, interactuamos, es como que se transmite y pasan de unos a otrs, entre una sociedad unas ideas, unos gustos, unos pensamientos, etc.

jueves, 17 de mayo de 2012

¿SABEMOS LOS ADOLESCENTES LO QUE REALMENTE QUEREMOS?


Hoy en la entrada de mi blog voy a reflexionar sobre esta pregunta ya que en los últimos días en distintas situaciones he pensado sobre ella.
Me pregunto esto porque hay veces en las que me doy cuenta que lo que en un primer momento pienso puede que tan solo dos minutos después ya no lo piense, y creo que puede ser un acto frecuente en los adolescentes.
El otro día en clase surgió la pregunta ¿Prefiero conocer la verdad o vivir engañado? Además, también apareció esta frase: “La ignorancia da la felicidad”. Enseguida pensé mi respuesta a esa pregunta; vivir engañados, pero cuando escuché la frase estaba aún más segura de que la respuesta que había escogido era la que realmente creía. Sin embargo, reflexionamos con la misma pregunta pero en el ámbito del amor, y entonces, la mayoría de quiénes pensaban al igual que yo y yo, respondimos lo contrario.
Entonces me pregunto, ¿Realmente estamos seguros de lo que queremos? ¿Es esta contradicción propia de la adolescencia?
Digo adolescentes porque he comprobado que por lo menos a la inmensa mayoría de ellos nos sucede, aunque con esto no quiero decir que a los adultos no les suceda.


La tesis que voy a defender es que los adolescentes no sabemos lo que en realidad queremos por algunas razones que a continuación voy a explicar:


En primer lugar, creo que los adolescentes no sabemos lo que queremos porque la adolescencia es una etapa de la vida en la que los adolescentes nos dejamos influenciar mucho por nuestro entorno (amigos, familiares, compañeros, etc). Puede que un adolescente al que le influye mucho las decisiones u opiniones de su entorno cuando se convierta en adulto también lo sea, pero sobre todo es en esta etapa en la que normalmente ocurre. Cuando pensamos una cosa y nuestro compañero piensa otra tendemos a inclinarnos hacia su postura, cuando vemos que el resto hace algo que yo no hago enseguida lo hacemos nosotros también para no sentirnos evadidos, etc. De modo que creo que no sabemos lo que queremos pero porque en realidad, no sabemos lo que los demás quieren.


Por otra parte, pienso que otro motivo por los que los adolescentes no sabemos lo que queremos es porque la adolescencia también es una etapa caprichosa. Es decir, no es que no sepamos lo que queremos sino que verdaderamente no queremos nada, tan solo nos encaprichamos, no queremos algo, nos encaprichamos en algo. Un día nos levantamos, nos miramos al espejo y nos apetece algo, un capricho, se nos antoja y lo tenemos que tener sí o sí, sin embargo, puede que pasado un tiempo, que no necesariamente tiene que ser mucho, ya no le encontramos interés. ¿Qué adolescente no se ha encaprichado en una camiseta o alguna prenda de ropa que al poco tiempo ya no quería?


En tercer lugar, otra de las razones por la que mi respuesta a esta pregunta es no, es porque creo que aún somos muy jóvenes, y para saber realmente lo que queremos necesitamos experiencias, que pienso que todavía no nos ha dado tiempo a vivir, y aprender de ellas, de lo que es bueno, de lo que es malo, de lo que nos gusta, de lo que no nos gusta…Pienso que para saber lo que queremos necesitamos vivir, experimentar, aprender de ello y deducir lo que queremos y lo que no, por lo que los adolescentes aún no lo sabemos puesto que tampoco nos ha dado tiempo suficiente a vivir y experimentar.


En conclusión, mantengo que los adolescentes no sabemos lo que queremos puesto que es algo propio de esa etapa de la vida, ya que, nos dejamos llevar por otras personas, además, somos caprichosos, lo que un día nos gusta otro ya no, y también porque pienso que para saber lo que verdaderamente queremos tenemos que tener experiencias y aún somos jóvenes para que nos haya dado el tiempo suficiente para eso.
Pienso que el hecho de que no sepamos lo que queremos puede ser un aspecto negativo pero que también lo es positivo, porque si nos equivocamos al elegir, nos beneficia ya que de alguna forma también aprendemos de los errores.