Hoy en la entrada de mi blog voy a reflexionar sobre esta
pregunta ya que en los últimos días en distintas situaciones he pensado sobre
ella.
Me pregunto esto porque hay veces en las que me doy cuenta
que lo que en un primer momento pienso puede que tan solo dos minutos después
ya no lo piense, y creo que puede ser un acto frecuente en los adolescentes.
El otro día en clase surgió la pregunta ¿Prefiero conocer la verdad o vivir engañado? Además, también
apareció esta frase: “La ignorancia da la
felicidad”. Enseguida pensé mi respuesta a esa pregunta; vivir engañados, pero cuando escuché la
frase estaba aún más segura de que la respuesta que había escogido era la que
realmente creía. Sin embargo, reflexionamos con la misma pregunta pero en el
ámbito del amor, y entonces, la mayoría de quiénes pensaban al igual que yo y
yo, respondimos lo contrario.
Entonces me pregunto, ¿Realmente estamos seguros de lo que
queremos? ¿Es esta contradicción propia de la adolescencia?
Digo adolescentes porque he comprobado que por lo menos a la
inmensa mayoría de ellos nos sucede, aunque con esto no quiero decir que a los
adultos no les suceda.
La tesis que voy a defender es que los adolescentes no
sabemos lo que en realidad queremos por algunas razones que a continuación voy
a explicar:
En primer lugar, creo que los adolescentes no sabemos lo que
queremos porque la adolescencia es una etapa de la vida en la que los
adolescentes nos dejamos influenciar mucho por nuestro entorno (amigos,
familiares, compañeros, etc). Puede que un adolescente al que le influye mucho
las decisiones u opiniones de su entorno cuando se convierta en adulto también
lo sea, pero sobre todo es en esta etapa en la que normalmente ocurre. Cuando
pensamos una cosa y nuestro compañero piensa otra tendemos a inclinarnos hacia
su postura, cuando vemos que el resto hace algo que yo no hago enseguida lo
hacemos nosotros también para no sentirnos evadidos, etc. De modo que creo que
no sabemos lo que queremos pero porque en realidad, no sabemos lo que los demás
quieren.
Por otra parte, pienso que otro motivo por los que los
adolescentes no sabemos lo que queremos es porque la adolescencia también es
una etapa caprichosa. Es decir, no es que no sepamos lo que queremos sino que
verdaderamente no queremos nada, tan solo nos encaprichamos, no queremos algo,
nos encaprichamos en algo. Un día nos levantamos, nos miramos al espejo y nos
apetece algo, un capricho, se nos antoja y lo tenemos que tener sí o sí, sin embargo,
puede que pasado un tiempo, que no necesariamente tiene que ser mucho, ya no le
encontramos interés. ¿Qué adolescente no se ha encaprichado en una camiseta o
alguna prenda de ropa que al poco tiempo ya no quería?
En tercer lugar, otra de las razones por la que mi respuesta
a esta pregunta es no, es porque creo que aún somos muy jóvenes, y para saber
realmente lo que queremos necesitamos experiencias, que pienso que todavía no
nos ha dado tiempo a vivir, y aprender de ellas, de lo que es bueno, de lo que
es malo, de lo que nos gusta, de lo que no nos gusta…Pienso que para saber lo
que queremos necesitamos vivir, experimentar, aprender de ello y deducir lo que
queremos y lo que no, por lo que los adolescentes aún no lo sabemos puesto que
tampoco nos ha dado tiempo suficiente a vivir y experimentar.
En conclusión, mantengo que los adolescentes no sabemos lo
que queremos puesto que es algo propio de esa etapa de la vida, ya que, nos
dejamos llevar por otras personas, además, somos caprichosos, lo que un día nos
gusta otro ya no, y también porque pienso que para saber lo que verdaderamente
queremos tenemos que tener experiencias y aún somos jóvenes para que nos haya
dado el tiempo suficiente para eso.
Pienso que el hecho de que no sepamos lo que queremos puede
ser un aspecto negativo pero que también lo es positivo, porque si nos
equivocamos al elegir, nos beneficia ya que de alguna forma también aprendemos
de los errores.
Estoy de acuerdo con tu entrada, yo también pienso que los adolescentes aún no sabemos lo que queremos, aunque también depende en gran medida de la madurez del adolescente ya que no todos somos igual de maduros. Me parece muy adecuada la razón que das cuando dices que aún no sabemos lo que queremos puesto que todavía no hemos vivido lo suficiente como para saberlo, yo también lo creo así.
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