sábado, 26 de noviembre de 2011

¿POR QUÉ CUANDO SOMOS NIÑOS QUEREMOS SER MAYORES Y CUÁNDO SOMOS MÁS MAYORES AÑORAMOS SER NIÑOS?



La publicación de hoy en mi blog, va hablar sobre esta pregunta que me he planteado.
Hoy he decidido hablar de este tema porque es algo que yo misma me pregunto y que absolutamente a todo el mundo le ha pasado, todos alguna vez hemos deseado tener una edad mayor que la que teníamos en ese momento para quién sabe qué, pero también es cierto que otras veces o otras personas hemos o han añorado volver a ser un niño.

Con esta pregunta me estoy queriendo referir a esa sensación que alguna vez hemos tenido, cuando somos pequeños queremos ser más grandes, pero una vez que somos ya adolescentes o adultos añoramos todos nuestros momentos de la infancia, añoramos ser niños, pero ¿por qué hacemos esto?

Mi tesis fundamentalmente es que somos seres humanos y como tales, somos envidiosos. Envidiamos aquello que no tenemos por lo que pienso que es esta la respuesta a la pregunta planteada.

En primer lugar yo creo que cuando somos niños y queremos ser mayores es principalmente porque pensamos que siendo mayores podremos hacer más cosas o nos dejarán hacer más cosas. Por ejemplo, cuando tenemos 5 ó 6 años queremos tener un par de años más para poder ir “al cole de los mayores” (pasar de preescolar a primaria), cuando tenemos 7 ó 8 queremos tener 9 para hacer la comunión o para que nos dejen salir un poquito más, cuando tenemos 10 ó 11 ya queremos tener 12 para poder ir al instituto, porque parece que yendo al instituto ya somos muy mayores, pero cuando tenemos 15 queremos tener 16 para pasar a bachillerato y ya es aquí cuando ya si que nos creemos mayores, astutos  e incluso poderosos, pero una vez que tenemos 17 queremos tener los 18 para poder sacarnos el carnet de conducir, poder entrar a sitios en los que antes no podíamos, sitios con un límite de edad, etc.
Creo que cuando somos niños y se produce esa sensación de querer ser más mayores es porque en nuestro entorno hay gente más mayor que nosotros y quizás, envidiamos cosas que ellos pueden hacer y nosotros no, es por esto por lo que creo que también tenemos esa sensación.


Por el contrario creo que cuando somos mayores y extrañamos nuestra infancia se debe a que queremos tener aquello que sabemos que ya no podemos volver a tener, es decir, que como de costumbre el ser humano siempre o casi siempre quiere tener o ser algo que no puede tener o ser, es envidioso por naturaleza.
Pero también pienso que a medida que vamos creciendo, la vida va siendo más complicada para nosotros, todo adquiere mayor complejidad, es por esto por lo que creo que cuando ya somos adolescentes o adultos nos damos cuenta de lo fácil que era ser un niño y lo difícil que puede llegar a ser un adulto. Cuando el mayor problema era cabrearte con un amigo al que al día siguiente volvíamos a ver y actuábamos como si nada hubiese pasado o lo más difícil que teníamos que hacer en nuestra vida académica era tener que hacer divisiones de dos divisores, en la adultez, todo es más complejo y lo que en nuestra infancia era lo más difícil una vez que somos adultos eso es lo más fácil y es ahora cuando realmente lo difícil es verdaderamente difícil.

También pienso que añoramos ser niños porque seguramente, que nuestra infancia haya sido bonita y feliz y tengamos muy buenos recuerdos, por lo que nos gustaría volver a esa época y también recordar todo aquello que vivimos. Sin embrago, para un adulto cuya infancia haya sido dura por cualquier tipo de circunstancias, no será agradable recordar aquella época de su vida.



En conclusión, creo que la principal causa por la que cuando somos pequeños queremos ser mayores y una vez que somos mayores añoramos o extrañamos ser niños es porque el ser humano es por lo general envidioso, y casi siempre deseamos tener, ser o hacer todo aquello que sabemos que no poder tener, ser o hacer, es por esto por lo que lo envidiamos.

sábado, 19 de noviembre de 2011

¿POR QUÉ NO VALORAMOS LO QUE TENEMOS HASTA QUE LO PERDEMOS?



Hoy, en mi blog, voy a hablar y trataré de responder a esta pregunta tan famosa, que seguramente hemos oído, o visto, millones de veces. Me parece algo interesante tratar sobre este tema porque creo que a todos nos ha pasado en algún momento en que echamos de menos algo que ya no tenemos y que es entonces, cuando, en realidad nos damos cuenta del valor que tenía.

¿A qué me refiero cuando planteo esta pregunta? Con esta pregunta sobre la que he decidido hablar hoy, estoy queriendo decir o dar a entender o hablar sobre la costumbre que tenemos los seres humanos, o quizás también los animales, de darnos cuenta de que teníamos algo importante para nosotros, en ocasiones prácticamente esencial para ser nosotros mismos, pero lo hacemos cuando ya es tarde, cuando ya lo hemos perdido.
Nos damos cuenta del valor de aquello, solamente cuando lo hemos perdido. Algo que para mí, y creo que para todos es un error, puesto que deberíamos darnos cuenta antes, cuando lo teníamos, no cuando es demasiado tarde.

La tesis que yo voy a defender es que no valoramos lo que tenemos hasta que lo perdemos porque estamos tan acostumbrados a ello, es algo que parece que forma parte de nosotros, que solamente cuando lo perdemos es cuando de verdad nos damos cuenta de la importancia que esto tenía para nosotros. Es decir, que la propia costumbre de tener siempre algo hace que no nos demos cuenta de lo importante y valeroso que es para nosotros tenerlo.

En mi opinión, cuando una persona deja de tener algo, pierde algo, seguidamente reacciona, en un intervalo de tiempo por lo general breve, y se da cuenta que aquello tenía suma importancia para ella (la persona), pero solo aprecia, solo se da cuenta de ello cuando ya lo ha perdido, cuando ya es tarde y que quizás ya no haya vuelta a atrás o una posible solución, en otros casos sí que las hay. Pero… ¿por qué nos damos cuenta tarde?

Yo creo que la respuesta a esta pregunta es por la costumbre. Es decir, que el hecho de estar tan acostumbrados a algo, es lo que hace que no nos paremos a pensar lo importante que ese algo, que también puede ser alguien, esa otra persona, es para nosotros, y lo difícil que sería no tenerlo. La culpa de no valorarlo, desde mi punto de vista la tiene la costumbre, es por eso que no lo apreciamos cuando lo tenemos, pero cuando lo perdemos nos damos cuenta que nos falta algo o alguien, aquello que hemos perdido y que hasta haberlo perdido no nos damos cuenta que es casi parte de nosotros.
No nos damos cuenta de lo que tenemos hasta que lo perdemos, porque hasta ese entonces no nos percatamos que aquello que ya no tenemos lo necesitamos, como he dicho anteriormente, es cuando valoramos lo que teníamos, cuando nos damos cuenta de la importancia que algo tiene para nosotros, que quizás cuando lo teníamos considerábamos que era mínima.

Habrá quiénes no piensos como yo, y crean que no sea la costumbre la respuesta más adecuada a esta pregunta, pero ¿por qué es entonces? Porque yo, no encuentro otra solución posible. Para mí, es la costumbre de tener algo, la que hace que no nos demos cuenta de la importancia de aquello que tenemos, ya que se convierte en algo monótono, y solo cuando lo perdemos, nos damos cuenta de la gran importancia que nos suponía tenerlo.

Por ejemplo, yo personalmente, no me paro a pensar todos los días, no es en lo que pienso nada más levantarme, en la importancia que tiene para mí poder oír. Es algo, que es muy importante para mí pero que no valoro día a día. Lo tengo por costumbre, no presto atención a que puedo hacerlo. Sin embargo, si un día, no oyese, no pudiese escuchar a los demás, no pudiese oír un timbre, un teléfono móvil, o un simple despertador, sería cuando sí que todos los días, uno tras otro, ahí sí que le prestaría continuamente atención, echaría en falta poder oír las cosas. Sería algo que echaría en falta y que valoraría poder hacerlo y más, habiéndolo hecho antes.


En conclusión, creo que no valoramos lo que tenemos hasta que lo perdemos, porque estamos acostumbrados a ello, sin darnos cuenta que es algo imprescindible, necesario para nosotros y, solo, cuando lo perdemos nos damos cuenta de la gran importancia que suponía tenerlo, ya es cuando lo echamos de menos, y quizás, no siempre, sea tarde para recuperarlo. Por esto, creo que deberíamos de valorar mucho las cosas que tenemos y de sentirnos orgullosos de todo lo que tenemos, de todo lo que somos. Ya que solo lo hacemos cuando lo perdemos, cuando ya no lo tenemos, valoramos aquello de lo que en ese momento estamos echando de menos, solo cuando ya carecemos de ello.

sábado, 12 de noviembre de 2011

¿PARA QUÉ SIRVE LA VERGÜENZA?



¿Para qué sirve la vergüenza? Esta es una pregunta que escuché en clase y que me pareció muy interesante y a la vez, una pregunta muy oportuna, es por esto por lo que he decidido dedicar una publicación en  mi blog a ella.

¿Qué significa esta pregunta? o ¿qué es lo que en realidad quiere decir? Esta pregunta la interpreto como que puesto que mucha gente decimos sentirla, se nos ocurre que cuál es su utilidad, o su función.
Para empezar, y de esta forma comprender mejor la pregunta, daré una definición para vergüenza que nos ofrece la Real Academia Española: Encogimiento o cortedad para ejecutar algo.

Yo personalmente, soy una persona muy vergonzosa, y aunque no me gustaría serlo tanto también pienso que en determinados momentos es conveniente tenerla y pienso que tener un poco de vergüenza, no en exceso, incluso es bueno para nosotros.


Mi tesis es que las funciones de la vergüenza no son múltiples pero creo que si que tiene una función que pienso que es muy importante. Esta función es que nos sirve para ser más educados, es decir, para tener más educación a la hora de comportarnos ante los demás.

A continuación, voy a dedicar a explicar mi tesis con argumentos y ejemplos para así poder entenderla mejor.
La vergüenza desempeña una función importante para nosotros, de la que podemos aprovecharnos y sacarle así, también una parte positiva es, que por decirlo de alguna forma, que nos ayuda a tener más educación, puesto que sentimos vergüenza para hacer las cosas, no las hacemos y así evitamos cometer acciones que, quizás, puedan resultar incomodas a la gente que está con nosotros. Pero con eso no quiero decir que aquellos que no tienen vergüenza o que no son vergonzosos no tengan educación.
Para apoyar mi tesis, voy a dar un ejemplo, que es una palabra que en cierto modo saca a relucir esta parte positiva de la vergüenza. La palabra es sinvergüenza, a nadie le gusta que está palabra sea utilizada para calificarnos a nosotros, puesto que su significado está asociado a alguien pícaro, bribón, cualidades que no nos gustaría que nos atribuyesen. Entonces es, que cuando alguien sobrepasa los límites de no tener vergüenza pasa a ser algo ya que por decirlo de algún modo no es ni envidiable ni deseable para nadie serlo. Por el contrario, cuando calificamos a una persona como vergonzosa no le estamos atribuyendo cualidades negativas, tan solo indicamos una forma de ser. Por ejemplo, una actitud que seguramente todos hemos observado alguna vez y que por el hecho de ese exceso de no tener vergüenza pasa a ser un acto de mala educación, todos hemos visto alguna vez a alguien que estado delante de más gente se ha tirado un eructo, para mí eso ya se sale de lugar, y generalmente lo hace la gente que no es vergonzosa, sin embargo, una persona tímida nunca hará eso, porque su forma de ser le impide hacerlo y pasar vergüenza por ello


En conclusión, desde mi punto de vista la vergüenza no desempeña numerosas funciones, es decir, no nos sirve para muchas cosas pero sí que nos sirve para una muy importante y desde mi punto de vista imprescindible, para tener educación, como he dicho antes no por el hecho de no ser vergonzoso no quiero decir que no tengas educación, pero sí que apoyo que la gente vergonzosa por lo general suele ser más educada que la gente que no es vergonzosa. Ahora bien, pienso que es bueno tener vergüenza pero tampoco en exceso. Todo es bueno en cierta cantidad pero puede que en exceso ya no lo sea .

sábado, 5 de noviembre de 2011

¿PARA QUÉ SIRVE EL ARREPENTIMIENTO?



Esta es una de las preguntas que me planteo observando que todos alguna vez hemos dicho arrepentirnos después de haber hecho algo, pero una vez que ya lo hemos hecho. ¿Para qué sirve nuestro arrepentimiento?

Para poder entender mejor el significado de esta pregunta, daré una definición tomada de la RAE para arrepentimiento: Sentir pesar por haber hecho o haber dejado de hacer algo.

Desde mi punto de vista, el arrepentimiento es un sentimiento que experimentamos de forma casi involuntaria cuando no estamos satisfechos con algo que hemos hecho o que por el contrario, no hemos hecho, es decir, cuando no estamos satisfechos con nuestra acciones. Por lo tanto pienso que el arrepentimiento no sirve para nada. Frente aquellos que defiendan que sí que sirve para algo, defiendo que cuando hacemos algo de lo que luego decimos arrepentirnos no podemos modificar nuestra acción, lo hecho echo está, no podemos retroceder el tiempo para evitar o para hacer eso de lo que nos arrepentimos, por tanto no sirve para nada.
También habrá quién piense que en determinadas situaciones si que es válido y en otras no. La  RAE define válido como firme, subsistente, se considera válido cuando algo nos da la seguridad de que lo es, tenemos la certeza de ello, por lo tanto algo que unas veces es válido y otras no, no nos da la seguridad de que sea tal.

Cuando hacemos algo de lo que en un futuro, no necesariamente largo, nos arrepentimos,¿qué hacemos? No hacemos nada, porque no podemos hacer nada. Lo hemos hecho y ya no hay vuelta atrás. Una de las cosas que hacemos podría decirse que es arrepentirnos, pero en realidad no hacemos nada, porque arrepentirse de algo ya hecho no sirve para nada. Un ejemplo cotidiano, normal, sería una chica que tiene un pelo muy largo y se lo corta, seguidamente, se arrepiente de ello, ¿le sirve para algo arrepentirse de su decisión? NO. Aunque no se arrepienta el pelo le va a crecer lo mismo que si se arrepiente, será lo mismo con o sin su arrepentimiento.

Aunque el arrepentimiento es un sentimiento que expresamos de forma involuntaria, no debería de ser así, porque somos seres humanos y como tales nos equivocamos, por ello no deberíamos de arrepentirnos de lo que para nosotros consideramos que es un error de nuestra parte.

Una frase relacionada con el arrepentimiento es la siguiente:
El que se arrepiente de lo que ha hecho es doblemente miserable.

En mi opinión, estoy de acuerdo con el significado de la frase. Por que pienso que arrepentirse de algo que tú has hecho no es correcto, ya que si lo has hecho ha sido porque has querido, aunque en otro momento no lo hubieses decidido así. Cada situación se presenta en un tiempo y en un lugar, en ellos tomamos decisiones que seguramente sean distintas a otras situaciones  que se sitúen en otros lugares o en otro tiempo. Por esto, no debemos arrepentirnos, sino pensar que cuando en un determinado momento elegí hacer o dejar de hacer algo lo hice porque pensaba que era la opción más correcta.


Arrepentirse de algo no trae consigo nada, es decir, no sirve para nada porque lo queramos o no cuando algo ya ha sucedido no se puede cambiar, es algo que nosotros no podemos modificar, y es que si cada vez que alguien se arrepintiese de sus acciones las modificase nada sería estable, todo podría variar después de haberlo hecho.