martes, 27 de diciembre de 2011

¿Cuándo nacemos ya tenemos asignado el día en que vamos a morir?

Hoy he decidido intentar responder a esta pregunta en mi blog porque es algo que me he preguntado numerosas veces y además, he oído hablar y he hablado sobre ello con otras personas que también se lo preguntan, y me despierta curiosidad este tema aunque se que es algo que no podremos saber con certeza.

Desde siempre, pero a día de hoy con más seguridad, las madres han sabido y saben cuando su hijo va a nacer porque se sabe que un embarazo dura nueve meses y por el avance de las tecnologías en medicina que permiten obtener ecografías, etc, pero no se sabe cuando vamos a morir ni por mucho que avance la tecnología.

La tesis que voy a defender es que desde que nacemos ya tenemos asignado un día para morir, me inclino hacia esta tesis porque no creo en las casualidades y pienso que aunque nosotros no lo sepamos (si lo supiésemos no viviríamos a gusto) si que tenemos asignada la fecha de nuestra muerte.

Por una parte pienso que somos como una especie de videojuego en la que alguien que nos dirige y que ya sabe cuándo, cómo, dónde y por qué van a ocurrir una serie de acciones que componen la vida de las personas.
Es decir, que estamos dirigidos por alguien que, a pesar de que nosotros no sabemos lo que ese alguien va a decidir hacer con nosotros, ese alguien si que lo sabe.
Pienso que somos como una especie de marionetas o títeres y que alguien, un titiritero, nos dirige.

En segundo lugar, como he dicho antes, mi tesis es la anterior como consecuencia de que no creo en las casualidades. No creo en las casualidades pero todo sucede y supongo que tiene que tener un por qué.
Comparo nuestras vidas con un cuento, formamos parte de un libro y en ese libro esta escrito el día en que nacemos, cuándo lloramos, cuándo reímos, cuándo nos enamoramos, de quién nos enamoramos, cuándo nos caemos, cuándo nos levantamos y como no, cuándo morimos.
Es decir, que todo lo que nos ocurre aunque nosotros no sepamos que va a ocurrir, está por decirlo de alguna forma, premeditado.

He oído decir a algunas personas, cuando sucede algo “parece o se conoce que tenía que pasar”, respecto a esta frase yo pienso que si que tenía que pasar, porque como he dicho antes somos los personajes de un cuento y ya tenemos escrito y asignado todo lo que nos va a ocurrir a lo largo de nuestra vida porque alguien ha decidido que sea de esa forma.


En conclusión, pienso que desde que nacemos ya tenemos asignado el día en que moriremos, al igual que el resto de acontecimientos que van a tener lugar en nuestra vida, porque para mí somos como robots dirigidos por alguien, que ya sabe lo que va ocurrir a lo largo de nuestra vida.


viernes, 16 de diciembre de 2011

¿PODRÍA LA FILOSOFÍA ACLARAR ALGO ACERCA DEL SENTIDO DE LA EXISTENCIA?



En primer lugar, creo que para poder responder a esta pregunta debería definir la palabra filosofía para poder manejar el concepto con el que voy a trabajar.

Entonces bien, ¿qué es filosofía? Haciendo referencia al libro de texto, he encontrado para la palabra filosofía la siguiente definición: es un tipo de saber que surgió en Grecia en el siglo VI a.C. y que etimológicamente significa tendencia o amor a la sabiduría.

Según la definición extraída del libro la filosofía es un saber que surgió en Grecia en el siglo VI a.C. pero a esta definición también añadiré que este tipo de saber presenta cuatro características: actúa como saber de la totalidad, como radical, como saber autónomo, como saber racional y por último, como saber crítico.

Desde mi punto de vista la filosofía no solo puede aclarar algo acerca del sentido de la existencia, sino que además creo que desempeña un papel muy importante a la hora de preguntarnos por el sentido de nuestra existencia.
Las razones que doy para defender mi tesis son las siguientes:

En primer lugar, uno de los fines de la filosofía es buscar a cada experiencia una función. Es decir, creo que la filosofía se dedica, a parte de otras muchas cosas, a buscar siempre la función de las cosas. Para la filosofía todo en este mundo está aquí por algo, y por eso piensa que cumple una función, y de esto precisamente es una de las cosas de las que se encarga la filosofía, de buscar la función de las cosas.. La filosofía se encarga de buscar las funciones que desempeña cada uno de los objetos, personas, acciones que tiene o que ocupan un lugar en este mundo.
No se ocupa de la función de una materia o de un tema en concreto sino que se encarga de buscar las funciones de todo, a diferencia de las ciencias.
Por ejemplo, las matemáticas se dedican a explicar, a buscar y a entender la función que tienden los números y para ello desarrollan sistemas, teoremas, etc, pero la filosofía no se ocupa  solo de buscar una única función sino la función de todo.
Puesto que la filosofía es un saber total, que busca el sentido de las experiencias humanas, creo que entre ellas, también se encarga de explicar el sentido de la existencia.

En segundo lugar, otra de las labores que cumple la filosofía es que todo lo convierte en un problema para poder así dotar de sentido las cosas. La mejor forma de entender el sentido de las cosas, es buscando problemas, como diría mi madre, es buscarle los tres pies al gato. Por esto creo, que la filosofía puede contribuir a entender la existencia, puesto que constantemente la filosofía observa los problemas y se pregunta y así se ayuda a entender el sentido de las cosas. Surge como consecuencia de los problemas, que hacen que se pregunte por las cosas y que pueda explicar el sentido de todos aquellos problemas que se planté.


Por otro lado, la filosofía es un saber crítico y que se opone rotundamente a la dogmática.
(El término dogmática hacer referencia a principios innegables de una ciencia, como por ejemplo la religión).
Y como saber crítico no da nada por supuesto, no niega ni afirma nada sin argumentarse, y por ello se pregunta por la existencia, y como he dicho antes, al preguntarse por ella da respuestas que pueden ayudarnos a entenderla.
Al contario, por ejemplo que la religión (dogmática) que da por supuesto o que atribuye la existencia a Dios.
La filosofía se ocupa de entender el por qué de las cosas por su propio pie, es decir, por lo que ella misma entiende y a partir de lo que ella observa, no se basa en lo que dicen otros saberes o ciencias.

Habrá personas, supongo, que piensen que la filosofía no nos ayuda a entender el sentido de la existencia y que quizás, atribuyan ciertos fenómenos naturales o de orden social a dioses o al destino como ocurría antes de la aparición de la filosofía. Para aquellos que postulen de esa forma, expongo que todo eso son leyendas y que no tienen ningún fundamente para explicar esos hechos o acontecimientos que ocurren, en este caso la existencia. Sin embargo, la filosofía como saber racional que es, piensa que todos los fenómenos están sujetos a un orden. Respecto a atribuir la existencia a dioses, pienso que el hombre puede descubrir el sentido de la existencia, al igual que de muchas otras cosas, sin recurrir a los dioses.

En conclusión, creo que la filosofía nos ayuda a entender todo lo relativo a la existencia humana. La filosofía busca siempre el sentido de las experiencias humanas, por lo que creo que también se ocupa del sentido de la existencia. Además, no da nada por supuesto sino que es ella la que se encarga de buscar el sentido de las cosas, y como surge a raíz de los problemas, estoy segura que existen algunos relacionados con la existencia a los que la filosofía se ha encargado de responder, ayudándonos así a entenderla mejor.









sábado, 3 de diciembre de 2011

¿ME IMPIDE LA PREOCUPACIÓN DISFRUTAR DE LOS MOMENTOS?

He decidido hablar hoy en el blog sobre este tema porque es algo que a veces me pregunto y porque quería hablar sobre la preocupación que todos alguna vez hemos sentido por algo.

Para entender bien la pregunta voy a empezar dando una definición de la palabra preocupación. La Real Academia Española define preocupar como producir intranquilidad, temor, angustia o inquietud.
Es decir, es esa sensación y digo esa porque es un sentimiento común que todos hemos padecido alguna vez, que hace que nos sintamos mal, con miedo o intranquilidad por algo que hemos hecho o por algo que vamos hacer.

La tesis que voy a defender es que sí que nos impide la preocupación disfrutar de los momentos, porque cuando estamos preocupados por algo, sentimos ese miedo o intranquilidad que no apreciamos lo que en ese momento tenemos, es decir, que no nos damos cuenta o no valoramos el momento que estamos viviendo o lo que estamos haciendo, sino, que por el contrario, nosotros o nuestra cabeza está pensando y dando vueltas a aquello que tanto nos preocupa y nos produce la sensación de intranquilidad e incomodidad.

Creo que la preocupación es un sentimiento que es irremediable y aunque queramos no podemos dejar de preocuparnos por algo que nos provoca inquietud.
Hay personas que se preocupan mucho por las cosas y que le dan quizás, más importancia de la que tienen, que por decirlo de alguna forma se ahogan en un vaso de agua, y tienen la costumbre de hacer de un pequeño problema otro mucho más grande, por eso son personas que se preocupan mucho.

En primer lugar creo que la preocupación nos impide disfrutar de los momentos y de las cosas, porque como he dicho antes, reitero que cuando sentimos preocupación no disfrutamos de lo que estamos viviendo, de lo que hacemos, porque aunque estemos haciendo algo que alo mejor nos gusta o nos satisface en el momento que lo estamos haciendo, por culpa de la preocupación no lo disfrutamos como deberíamos hacerlo.


Habrá persona que no piensen como yo, que por el contrario, opinen que la preocupación no nos impide disfrutar de los momentos y de las cosas, pero yo creo que sí porque cuando sentimos intranquilidad por algo, no prestamos demasiada atención o no disfrutamos de lo que en ese momento estamos haciendo. Creo que cuando sentimos preocupación no disfrutamos de las cosas como deberíamos hacerlo y si no es por la preocupación, ¿por qué es entonces?

Por ejemplo, cuando un amigo está mal física o moralmente (no grave), y estamos en cualquier sito, una discoteca, lejos de él, tenemos esa sensación de preocupación, que nos impide disfrutar plenamente de lo que estamos haciendo en ese momento, como estar con los demás amigos.

En conclusión, desde mi punto de vista, la preocupación hace que no disfrutemos de las cosas como deberíamos hacerlo, y también pienso que muchas veces nos preocupamos por cosas que no deberíamos hacerlo. Al mismo tiempo, pienso que la preocupación no es en su totalidad mala sino que también tiene una parte buena y es que creo, que preocuparse es también un signo de madurez de las personas y a parte, nos puede hacer que hagamos mejor las cosas puesto que nos preocupan mucho.

sábado, 26 de noviembre de 2011

¿POR QUÉ CUANDO SOMOS NIÑOS QUEREMOS SER MAYORES Y CUÁNDO SOMOS MÁS MAYORES AÑORAMOS SER NIÑOS?



La publicación de hoy en mi blog, va hablar sobre esta pregunta que me he planteado.
Hoy he decidido hablar de este tema porque es algo que yo misma me pregunto y que absolutamente a todo el mundo le ha pasado, todos alguna vez hemos deseado tener una edad mayor que la que teníamos en ese momento para quién sabe qué, pero también es cierto que otras veces o otras personas hemos o han añorado volver a ser un niño.

Con esta pregunta me estoy queriendo referir a esa sensación que alguna vez hemos tenido, cuando somos pequeños queremos ser más grandes, pero una vez que somos ya adolescentes o adultos añoramos todos nuestros momentos de la infancia, añoramos ser niños, pero ¿por qué hacemos esto?

Mi tesis fundamentalmente es que somos seres humanos y como tales, somos envidiosos. Envidiamos aquello que no tenemos por lo que pienso que es esta la respuesta a la pregunta planteada.

En primer lugar yo creo que cuando somos niños y queremos ser mayores es principalmente porque pensamos que siendo mayores podremos hacer más cosas o nos dejarán hacer más cosas. Por ejemplo, cuando tenemos 5 ó 6 años queremos tener un par de años más para poder ir “al cole de los mayores” (pasar de preescolar a primaria), cuando tenemos 7 ó 8 queremos tener 9 para hacer la comunión o para que nos dejen salir un poquito más, cuando tenemos 10 ó 11 ya queremos tener 12 para poder ir al instituto, porque parece que yendo al instituto ya somos muy mayores, pero cuando tenemos 15 queremos tener 16 para pasar a bachillerato y ya es aquí cuando ya si que nos creemos mayores, astutos  e incluso poderosos, pero una vez que tenemos 17 queremos tener los 18 para poder sacarnos el carnet de conducir, poder entrar a sitios en los que antes no podíamos, sitios con un límite de edad, etc.
Creo que cuando somos niños y se produce esa sensación de querer ser más mayores es porque en nuestro entorno hay gente más mayor que nosotros y quizás, envidiamos cosas que ellos pueden hacer y nosotros no, es por esto por lo que creo que también tenemos esa sensación.


Por el contrario creo que cuando somos mayores y extrañamos nuestra infancia se debe a que queremos tener aquello que sabemos que ya no podemos volver a tener, es decir, que como de costumbre el ser humano siempre o casi siempre quiere tener o ser algo que no puede tener o ser, es envidioso por naturaleza.
Pero también pienso que a medida que vamos creciendo, la vida va siendo más complicada para nosotros, todo adquiere mayor complejidad, es por esto por lo que creo que cuando ya somos adolescentes o adultos nos damos cuenta de lo fácil que era ser un niño y lo difícil que puede llegar a ser un adulto. Cuando el mayor problema era cabrearte con un amigo al que al día siguiente volvíamos a ver y actuábamos como si nada hubiese pasado o lo más difícil que teníamos que hacer en nuestra vida académica era tener que hacer divisiones de dos divisores, en la adultez, todo es más complejo y lo que en nuestra infancia era lo más difícil una vez que somos adultos eso es lo más fácil y es ahora cuando realmente lo difícil es verdaderamente difícil.

También pienso que añoramos ser niños porque seguramente, que nuestra infancia haya sido bonita y feliz y tengamos muy buenos recuerdos, por lo que nos gustaría volver a esa época y también recordar todo aquello que vivimos. Sin embrago, para un adulto cuya infancia haya sido dura por cualquier tipo de circunstancias, no será agradable recordar aquella época de su vida.



En conclusión, creo que la principal causa por la que cuando somos pequeños queremos ser mayores y una vez que somos mayores añoramos o extrañamos ser niños es porque el ser humano es por lo general envidioso, y casi siempre deseamos tener, ser o hacer todo aquello que sabemos que no poder tener, ser o hacer, es por esto por lo que lo envidiamos.

sábado, 19 de noviembre de 2011

¿POR QUÉ NO VALORAMOS LO QUE TENEMOS HASTA QUE LO PERDEMOS?



Hoy, en mi blog, voy a hablar y trataré de responder a esta pregunta tan famosa, que seguramente hemos oído, o visto, millones de veces. Me parece algo interesante tratar sobre este tema porque creo que a todos nos ha pasado en algún momento en que echamos de menos algo que ya no tenemos y que es entonces, cuando, en realidad nos damos cuenta del valor que tenía.

¿A qué me refiero cuando planteo esta pregunta? Con esta pregunta sobre la que he decidido hablar hoy, estoy queriendo decir o dar a entender o hablar sobre la costumbre que tenemos los seres humanos, o quizás también los animales, de darnos cuenta de que teníamos algo importante para nosotros, en ocasiones prácticamente esencial para ser nosotros mismos, pero lo hacemos cuando ya es tarde, cuando ya lo hemos perdido.
Nos damos cuenta del valor de aquello, solamente cuando lo hemos perdido. Algo que para mí, y creo que para todos es un error, puesto que deberíamos darnos cuenta antes, cuando lo teníamos, no cuando es demasiado tarde.

La tesis que yo voy a defender es que no valoramos lo que tenemos hasta que lo perdemos porque estamos tan acostumbrados a ello, es algo que parece que forma parte de nosotros, que solamente cuando lo perdemos es cuando de verdad nos damos cuenta de la importancia que esto tenía para nosotros. Es decir, que la propia costumbre de tener siempre algo hace que no nos demos cuenta de lo importante y valeroso que es para nosotros tenerlo.

En mi opinión, cuando una persona deja de tener algo, pierde algo, seguidamente reacciona, en un intervalo de tiempo por lo general breve, y se da cuenta que aquello tenía suma importancia para ella (la persona), pero solo aprecia, solo se da cuenta de ello cuando ya lo ha perdido, cuando ya es tarde y que quizás ya no haya vuelta a atrás o una posible solución, en otros casos sí que las hay. Pero… ¿por qué nos damos cuenta tarde?

Yo creo que la respuesta a esta pregunta es por la costumbre. Es decir, que el hecho de estar tan acostumbrados a algo, es lo que hace que no nos paremos a pensar lo importante que ese algo, que también puede ser alguien, esa otra persona, es para nosotros, y lo difícil que sería no tenerlo. La culpa de no valorarlo, desde mi punto de vista la tiene la costumbre, es por eso que no lo apreciamos cuando lo tenemos, pero cuando lo perdemos nos damos cuenta que nos falta algo o alguien, aquello que hemos perdido y que hasta haberlo perdido no nos damos cuenta que es casi parte de nosotros.
No nos damos cuenta de lo que tenemos hasta que lo perdemos, porque hasta ese entonces no nos percatamos que aquello que ya no tenemos lo necesitamos, como he dicho anteriormente, es cuando valoramos lo que teníamos, cuando nos damos cuenta de la importancia que algo tiene para nosotros, que quizás cuando lo teníamos considerábamos que era mínima.

Habrá quiénes no piensos como yo, y crean que no sea la costumbre la respuesta más adecuada a esta pregunta, pero ¿por qué es entonces? Porque yo, no encuentro otra solución posible. Para mí, es la costumbre de tener algo, la que hace que no nos demos cuenta de la importancia de aquello que tenemos, ya que se convierte en algo monótono, y solo cuando lo perdemos, nos damos cuenta de la gran importancia que nos suponía tenerlo.

Por ejemplo, yo personalmente, no me paro a pensar todos los días, no es en lo que pienso nada más levantarme, en la importancia que tiene para mí poder oír. Es algo, que es muy importante para mí pero que no valoro día a día. Lo tengo por costumbre, no presto atención a que puedo hacerlo. Sin embargo, si un día, no oyese, no pudiese escuchar a los demás, no pudiese oír un timbre, un teléfono móvil, o un simple despertador, sería cuando sí que todos los días, uno tras otro, ahí sí que le prestaría continuamente atención, echaría en falta poder oír las cosas. Sería algo que echaría en falta y que valoraría poder hacerlo y más, habiéndolo hecho antes.


En conclusión, creo que no valoramos lo que tenemos hasta que lo perdemos, porque estamos acostumbrados a ello, sin darnos cuenta que es algo imprescindible, necesario para nosotros y, solo, cuando lo perdemos nos damos cuenta de la gran importancia que suponía tenerlo, ya es cuando lo echamos de menos, y quizás, no siempre, sea tarde para recuperarlo. Por esto, creo que deberíamos de valorar mucho las cosas que tenemos y de sentirnos orgullosos de todo lo que tenemos, de todo lo que somos. Ya que solo lo hacemos cuando lo perdemos, cuando ya no lo tenemos, valoramos aquello de lo que en ese momento estamos echando de menos, solo cuando ya carecemos de ello.

sábado, 12 de noviembre de 2011

¿PARA QUÉ SIRVE LA VERGÜENZA?



¿Para qué sirve la vergüenza? Esta es una pregunta que escuché en clase y que me pareció muy interesante y a la vez, una pregunta muy oportuna, es por esto por lo que he decidido dedicar una publicación en  mi blog a ella.

¿Qué significa esta pregunta? o ¿qué es lo que en realidad quiere decir? Esta pregunta la interpreto como que puesto que mucha gente decimos sentirla, se nos ocurre que cuál es su utilidad, o su función.
Para empezar, y de esta forma comprender mejor la pregunta, daré una definición para vergüenza que nos ofrece la Real Academia Española: Encogimiento o cortedad para ejecutar algo.

Yo personalmente, soy una persona muy vergonzosa, y aunque no me gustaría serlo tanto también pienso que en determinados momentos es conveniente tenerla y pienso que tener un poco de vergüenza, no en exceso, incluso es bueno para nosotros.


Mi tesis es que las funciones de la vergüenza no son múltiples pero creo que si que tiene una función que pienso que es muy importante. Esta función es que nos sirve para ser más educados, es decir, para tener más educación a la hora de comportarnos ante los demás.

A continuación, voy a dedicar a explicar mi tesis con argumentos y ejemplos para así poder entenderla mejor.
La vergüenza desempeña una función importante para nosotros, de la que podemos aprovecharnos y sacarle así, también una parte positiva es, que por decirlo de alguna forma, que nos ayuda a tener más educación, puesto que sentimos vergüenza para hacer las cosas, no las hacemos y así evitamos cometer acciones que, quizás, puedan resultar incomodas a la gente que está con nosotros. Pero con eso no quiero decir que aquellos que no tienen vergüenza o que no son vergonzosos no tengan educación.
Para apoyar mi tesis, voy a dar un ejemplo, que es una palabra que en cierto modo saca a relucir esta parte positiva de la vergüenza. La palabra es sinvergüenza, a nadie le gusta que está palabra sea utilizada para calificarnos a nosotros, puesto que su significado está asociado a alguien pícaro, bribón, cualidades que no nos gustaría que nos atribuyesen. Entonces es, que cuando alguien sobrepasa los límites de no tener vergüenza pasa a ser algo ya que por decirlo de algún modo no es ni envidiable ni deseable para nadie serlo. Por el contrario, cuando calificamos a una persona como vergonzosa no le estamos atribuyendo cualidades negativas, tan solo indicamos una forma de ser. Por ejemplo, una actitud que seguramente todos hemos observado alguna vez y que por el hecho de ese exceso de no tener vergüenza pasa a ser un acto de mala educación, todos hemos visto alguna vez a alguien que estado delante de más gente se ha tirado un eructo, para mí eso ya se sale de lugar, y generalmente lo hace la gente que no es vergonzosa, sin embargo, una persona tímida nunca hará eso, porque su forma de ser le impide hacerlo y pasar vergüenza por ello


En conclusión, desde mi punto de vista la vergüenza no desempeña numerosas funciones, es decir, no nos sirve para muchas cosas pero sí que nos sirve para una muy importante y desde mi punto de vista imprescindible, para tener educación, como he dicho antes no por el hecho de no ser vergonzoso no quiero decir que no tengas educación, pero sí que apoyo que la gente vergonzosa por lo general suele ser más educada que la gente que no es vergonzosa. Ahora bien, pienso que es bueno tener vergüenza pero tampoco en exceso. Todo es bueno en cierta cantidad pero puede que en exceso ya no lo sea .

sábado, 5 de noviembre de 2011

¿PARA QUÉ SIRVE EL ARREPENTIMIENTO?



Esta es una de las preguntas que me planteo observando que todos alguna vez hemos dicho arrepentirnos después de haber hecho algo, pero una vez que ya lo hemos hecho. ¿Para qué sirve nuestro arrepentimiento?

Para poder entender mejor el significado de esta pregunta, daré una definición tomada de la RAE para arrepentimiento: Sentir pesar por haber hecho o haber dejado de hacer algo.

Desde mi punto de vista, el arrepentimiento es un sentimiento que experimentamos de forma casi involuntaria cuando no estamos satisfechos con algo que hemos hecho o que por el contrario, no hemos hecho, es decir, cuando no estamos satisfechos con nuestra acciones. Por lo tanto pienso que el arrepentimiento no sirve para nada. Frente aquellos que defiendan que sí que sirve para algo, defiendo que cuando hacemos algo de lo que luego decimos arrepentirnos no podemos modificar nuestra acción, lo hecho echo está, no podemos retroceder el tiempo para evitar o para hacer eso de lo que nos arrepentimos, por tanto no sirve para nada.
También habrá quién piense que en determinadas situaciones si que es válido y en otras no. La  RAE define válido como firme, subsistente, se considera válido cuando algo nos da la seguridad de que lo es, tenemos la certeza de ello, por lo tanto algo que unas veces es válido y otras no, no nos da la seguridad de que sea tal.

Cuando hacemos algo de lo que en un futuro, no necesariamente largo, nos arrepentimos,¿qué hacemos? No hacemos nada, porque no podemos hacer nada. Lo hemos hecho y ya no hay vuelta atrás. Una de las cosas que hacemos podría decirse que es arrepentirnos, pero en realidad no hacemos nada, porque arrepentirse de algo ya hecho no sirve para nada. Un ejemplo cotidiano, normal, sería una chica que tiene un pelo muy largo y se lo corta, seguidamente, se arrepiente de ello, ¿le sirve para algo arrepentirse de su decisión? NO. Aunque no se arrepienta el pelo le va a crecer lo mismo que si se arrepiente, será lo mismo con o sin su arrepentimiento.

Aunque el arrepentimiento es un sentimiento que expresamos de forma involuntaria, no debería de ser así, porque somos seres humanos y como tales nos equivocamos, por ello no deberíamos de arrepentirnos de lo que para nosotros consideramos que es un error de nuestra parte.

Una frase relacionada con el arrepentimiento es la siguiente:
El que se arrepiente de lo que ha hecho es doblemente miserable.

En mi opinión, estoy de acuerdo con el significado de la frase. Por que pienso que arrepentirse de algo que tú has hecho no es correcto, ya que si lo has hecho ha sido porque has querido, aunque en otro momento no lo hubieses decidido así. Cada situación se presenta en un tiempo y en un lugar, en ellos tomamos decisiones que seguramente sean distintas a otras situaciones  que se sitúen en otros lugares o en otro tiempo. Por esto, no debemos arrepentirnos, sino pensar que cuando en un determinado momento elegí hacer o dejar de hacer algo lo hice porque pensaba que era la opción más correcta.


Arrepentirse de algo no trae consigo nada, es decir, no sirve para nada porque lo queramos o no cuando algo ya ha sucedido no se puede cambiar, es algo que nosotros no podemos modificar, y es que si cada vez que alguien se arrepintiese de sus acciones las modificase nada sería estable, todo podría variar después de haberlo hecho.

sábado, 29 de octubre de 2011

¿EXISTE UN MODELO PRIVILIGIADO DE COMPREHENSIÓN DE LO REAL?



A la hora de intentar responder a esta pregunta, a mí personalmente me surgen varias dudas. La primera es: ¿qué es comprehensión? Y la segunda sería: ¿Qué entendemos por privilegiado?
En primer lugar, comprensión -esta palabra tan rara que nunca había oído-, es un sinónimo de comprensión. Y la RAE define comprensión como la capacidad o facultad que tenemos para entender las cosas.
En segundo lugar, ¿qué entendemos por privilegiado? Algo es privilegiado cuando goza de un privilegio, es decir, cuando algo sobresale extraordinariamente de los demás.
Teniendo estas dos palabras claras, esta pregunta se puede traducir a esta otra:
¿Hay un modelo ejemplar de ver la realidad?


La tesis que yo voy a defender ante esta pregunta es que NO existe un modelo ejemplar o privilegiado de ver la realidad. Ante aquellos que postulen que si que lo existe, expongo que si existiese un modelo ejemplar de ver la realidad, muchos de nosotros, casi todos, seguiríamos ese modelo, por lo que seriamos prácticamente iguales, cosa que no somos. Por ejemplo, si la ciencia fuese el modelo ejemplar casi todos seguiríamos ese modelo, por lo tanto, casi todos seríamos científicos, y no todos somos científicos o religiosos o filósofos.

Para defender mi tesis voy a dar los siguientes argumentos:

El primero es que cada uno tiene una visión diferente de ver las cosas, esto nos indica que no existe tal modelo. Somos seres diferentes y como lo somos, cada uno de nosotros tiene una personalidad, un entorno familiar o de amigos diferentes…, todo esto son los condicionantes, lo que hace que nuestro modelo ejemplar sea uno u otro.

El segundo es que no creo que exista lo ejemplar, me parece una palabra de mucho peso para que acompañe a un modelo de ver la realidad. No existe ningún modelo que sea ejemplar a nivel universal. Cada modelo considerará que su forma de ver la realidad es la ejemplar, por tanto no hay un modelo ejemplar sino muchos modelos diferentes que son vistos desde perspectivas diferentes, es decir, que pueden ser privilegiados o no para personas distintas. De tal forma que, la ciencia considerará que el modelo privilegiado será la ciencia, el arte considerará que el modelo privilegiado es el arte, y así sucesivamente, por tanto no existe. Para poder entender mejor este argumento daré un ejemplo cotidiano que represente esto: para mí la actitud correcta (sería el modelo privilegiado de ver la realidad), la que me gustaría seguir, a quien pretendo imitar, es la que veo en mi entorno familiar por ejemplo, porque es lo que hemos estado viendo desde pequeños, lo que hemos percibido de nuestro entorno. Sin embargo, para mi vecina la actitud o el compartimiento que tendría como modelo privilegiado sería el de sus padres, su hermana mayor…Modelos totalmente diferentes pero que para cada una de nosotros nos parecen los privilegiados o mejor dicho los correctos.
No creo que algo pueda ser ejemplar, será diferente: puede ser bueno o malo, pero nunca ejemplar porque existirían muchos modelos ejemplares, el de Carlos sería uno, el de Ana otro, el de Juan otro, etc.


En tercer lugar, me surge esta pregunta ¿la realidad puede ser vista desde un modelo ejemplar?
La realidad no se puede ver desde un modelo ejemplar. Reitero que cada uno tenemos uno o varios modelos de ver la realidad que puede que sean comunes a los de otros, esto significaría que somos afines pero no, que nuestros modelos sean los ejemplares. Es decir que aunque tengamos modelos que sean compartidos con los demás no son ejemplares porque no es común, exitoso a todos como para poder ser calificado como PRIVILEGIADO.


Para acabar, y en conclusión, enfatizo que no existe un modelo privilegiado de comprensión de lo real sino muchos modelos diferentes que para quien los posee pueda ser el privilegiado pero para otros no. Un científico considerará la ciencia como modelo ejemplar, un filósofo considerará la filosofía como modelo ejemplar, un religioso considerará la religión como modelo ejemplar…

sábado, 22 de octubre de 2011

¿POR QUÉ CUANDO QUIERO DECIR ALGO, MEDITO SOBRE LO QUE VOY A DECIR Y AL FINAL NO LO DIGO?




Esta pregunta puede ser interpreta de numerosas formas diferentes.
El significado de esta pregunta, mejor dicho lo que para mí quiere decir o significa esta pregunta es, cuando  ante una situación en la que hay más gente con nosotros a los que estamos dispuestos a escuchar y de igual modo ellos lo están, queremos emitir un juicio, una pregunta, una opinión, una forma de pensar sobre algo… que analizamos tanto nuestro juicio antes de emitirlo que llega la hora de expresarlo y no somos capaces de hacerlo. Por ejemplo cuando estamos en clase y no emitimos nuestro problema o nuestra pregunta aunque lo/la tengamos elaborada, porque he estado reflexionando sobre ella y pienso que es una tontería.


Para responder a este problema surgirán varias razones, una de ellas puede ser que pensemos que es una tontería, que siendo una tontería relacionada con el tema tratado es digna de ser expuesta, porque quizás lo que para nosotros es una tontería (que meditar tanto sobre algo siempre nos hace verlo y calificarlo negativamente, como una tontería) el resto de escuchantes pueden pensar que es una buena interpretación. A pesar de ello creo que la mayoría de las razones estarán relacionadas con el miedo a que los demás se rían de nosotros.

Ahora bien, ¿por qué tenemos miedo a que los demás se rían cuando hablamos en público?
Tenemos miedo a que los demás se burlen de nuestras opiniones o de nuestras interpretaciones de algo concreto porque la sociedad tiende a ello. En la adolescencia, esta etapa en la que todo nos hace gracia, tendemos a reinos del mundo  sin darnos cuenta de que el mundo también se puede reír de nosotros.
Puede que pensemos que los demás se van a burlar de mí opinión porque yo lo haría ante una situación similar, en este caso no debería de tener miedo porque al reírme yo de los demás estoy cosechando que los demás luego también lo hagan de mí.
También puede que sea porque  nos hemos dado cuenta que cuando alguien  se ha expuesto a una situación como a la que voy a enfrentarme yo, el resto se ha reído o burlado y como nosotros no somos más que nadie lo harán de igual forma.

En conclusión, no expresamos nuestra opinión ante los demás por temor a que se rían o burlen de nosotros porque piensen que lo que hemos emitido es una tontería o porque simplemente quizás nos reímos de todo sin darnos cuenta o dándonos de que a quien expone su juicio puede resultarle molesto.

sábado, 15 de octubre de 2011

¿POR QUÉ MENTIMOS?


¿Por qué mentimos? Esta es una pregunta que la escuché y me pareció muy interesante, ya que es algo casi cotidiano, lo hacemos todos casi a diario o al menos todos, con seguridad, hemos mentido alguna vez. Además de que todos alguna vez lo hemos hecho, empezamos desde una edad muy temprana, todos los niños desde tan pequeños han mentido. La oí y me despertó una cierta curiosidad, pensé, es verdad, todos lo hacemos, pero ¿por qué?
En primer lugar, hablo de mentiras o de mentir, pero ¿qué es mentir? o ¿qué es una mentira? La Real Academia Española define mentir como decir o manifestar lo contrario de lo que se cree, sabe o piensa. Es decir, mentir es expresar una creencia o una opinión que no pensamos que es así, por decirlo de otra forma, una opinión falsa.

Para intentar contestar o solucionar esta pregunta voy a dar una serie de razones que creo que son las soluciones.

La primera solución a esta pregunta es, porque nos avergonzamos de lo real, y ésta pienso que es una de las más acertadas. Somos seres humanos y tenemos sentimientos, entre éstos, se encuentra la vergüenza que además es muy habitual. Ésta hace que en ocasiones seamos capaces de inventar cosas ante los demás, ya que podríamos sentir vergüenza al expresar nuestra realidad, de la que tememos que los demás se rían o que la malinterpretan. Y es que a veces es preferible mentir para proteger nuestra intimidad de la maldad de otros.

Por otra parte creo que otra respuesta a esta pregunta es porque queremos ocultar algo, es muy similar a la anterior, pero se diferencian en que no en esta no mentimos para evitar pasar un momento bochornoso por la temida vergüenza que tenemos, sino porque no queremos que los demás sepan algo que para nosotros es más personal.

Antes he dicho que todos hemos mentido en algún momento de nuestra vida, y no es que todos seamos unos mentirosos, sino que hay circunstancias o situaciones que requieren o que nos hacen que necesitemos decir una mentira, estás son las llamadas mentiras piadosas, por piadosas entendemos que se hacen con piedad, bondad o compasión, es decir, que son mentiras que no son dañinas, no tienen ninguna mala intención, sino la necesidad para poder actuar en algún momento.

Reitero que todos alguna vez hemos producido una mentira, y como seres humanos que somos, nos guiamos por los demás o sentimos envidia, es decir, imitamos las acciones que hacen los demás, nuestro entorno, la gente que nos rodea. Tenemos tendencia a hacer todo lo que los demás hacen, esto es una característica que tenemos y que es involuntario, hacemos lo que hacen los demás.

Otra razón es porque no nos guste que los demás sepan nuestras verdades, hay gente que alo mejor lo que a mí me parece normal de hablarlo o comentarlo con mis amigos a esa gente no le parece lo adecuado o le parece que eso es algo de su intimidad que no tienen por qué saberlo los demás, o viceversa. Es decir, que cada uno somos cada uno, y no todos pensamos que haya que expresar o manifestar ciertas cosas.

Se suele decir que los hombres son más mentirosos que las mujeres. He visto un dato que me ha parecido interesante, es que un estudio ha demostrado que esto no es cierto, sino que los hombres no mienten más que las mujeres, pero tienden a mentir para sentirse mejor con ellos mismos, mientras que las mujeres tienen más propensión a mentir para hacer que otras personas se sientan mejor.

En conclusión, mentimos para evitar dar a conocer una realidad, bien por miedo a la vergüenza o, simplemente porque no queremos que los demás conozcan algo que consideremos más íntimo o personal.

jueves, 6 de octubre de 2011

¿POR QUÉ TENEMOS MIEDO A ARRIESGARNOS?


Esta es una pregunta que  la escuché hacer en clase a un compañero y me pareció que era muy buena pregunta. Me interesó mucho porque es un problema que a todos o a casi todos nos ha ocurrido alguna vez.
Por estas razones he decidido que mi primera publicación haga referencia a este problema.

Para comprender bien el significado de la oración “miedo a arriesgar”, he buscado en la RAE la palabra arriesgar, y ésta, la define como poner en riesgo, ahora bien, ¿qué es el riesgo?
El riesgo es la posibilidad de que ocurra un peligro o un daño.
Por lo tanto, podemos traducir este problema como: ¿por qué tenemos miedo o temor a hacer algo cuyas consecuencias puedan hacernos daño, es decir, que estas consecuencias no sean las que esperamos?

En primer lugar, puede ser porque no nos sintamos seguros de nosotros mismos, es decir, que no tengamos la confianza necesaria para poder ejecutar una acción. Este es un error muy frecuente y que casi todos cometemos, pero es que si no confiamos ni nosotros en nosotros mismos, ¿en quién vamos a confiar? o ¿quién va a confiar en nosotros?

Por otra parte, puede que el miedo a arriesgarnos sea una consecuencia del miedo que tenemos a equivocarnos. No hacemos algo por el pudor que pudiésemos sentir si nos equivocamos. Pero esto no tendría que ser así porque somos seres humanos y todos nos podemos equivocar, no pasa nada si lo hacemos, todo se puede solucionar, siempre se puede rectificar.
Hay que arriesgar, porque al igual que nos equivocamos también acertamos, no siempre las consecuencias de este riesgo son malas, también pueden aportarnos cosas positivas, y, evidentemente si no arriesgamos no sabemos si hubiésemos perdido o hubiésemos ganado.

En conclusión, tenemos que perder este miedo, no tenemos que avergonzarnos de las consecuencias de nuestro riesgo sino afrontarlas. Existe un refrán que dice que de los errores se aprende, es decir, que aunque cometamos un error algo de jugo podemos sacar de él. Nunca debemos de pensar en lo negativo sino ser optimistas, pensar siempre en positivo.